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El baile más blanco de América Latina es negro

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El tango tiene su origen en las ceremonias y danzas de los esclavos africanos llevados a la fuerza al continente. A principios del siglo XX en las calles de Buenos Aires vivía Raúl, un negro pobre y sin hogarque sufría burlas y desprecio por su condición. Fue mencionado en el tango El Negro Raúl, de Ángel Bassi, y en el tango-candombe Ahí viene el negro Raúl, de Sebastián Piana. Murió en 1955 en un hospital psiquiátrico, solo y olvidado.

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El Negro Raúl, un personaje de las calles de Buenos Aires que inspiró varios tangos.

Esta situación del negro Raúl en su muerte retrata lo que sucede con los orígenes africanos del tango, deliberadamente marginados según explica a DiagonalIsabelle Leymarie, musicóloga autora de Del tango al reggae. Músicas negras de América Latina y del Caribe, ensayo escrito en 1996 y publicado ahora por primera vez en castellano, en una edición revisada por la propia Leymarie.

«Se ignora generalmente la presencia de los negros en la historia de Argentina, así como los orígenes africanos del tango, que proviene del mismo tronco que el candombe», afirma la experta, que extiende ese menosprecio a todo el continente. «Hay, y siempre ha habido, prejuicios con las culturas negras en las Américas. Se han dado muchos procesos de blanqueamiento de estas culturas, no sólo en Argentina. Esto ha pasado en Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, El Salvador o México».

Leymarie sitúa el inicio más remoto del tango en el siglo XVII, en los rituales decarácter religioso, con cánticos, son de tambores, bailes y trance que los ­esclavos africanos –congos, mozambiques, mandingas, benguelas, bantúes– llevaban a cabo en sus comunidades argentinas. Algu­nas de estas celebraciones se llamaban candombes (según una etimología, del bantú ka n’dombele, «rezar a los dioses»), también tambús o tangos.

Del alboroto de las casas de tango negras a los salones de París

Tras la abolición de la esclavitud en Argentina en 1813, aunque perpetuada ilegalmente algunos años más, los negros libertos se reunían en las casas de tango, también conocidas como casas de tambó, quilombos o sitios, para practicar sus músicas.

Estos locales fueron cerrados en numerosas ocasiones por causa de «alboroto» y los tangos, prohibidos. La palabra tango pasó a designar a los bailes negros, en particular del barrio de Concepción en Buenos Aires, y acabaría haciéndolo en el Río de la Plata.

De hecho, en 1877, negros del barrio de El Mondongo, en La Plata, inventaron unadanza inspirada en el candombe a la que llamaron específicamente tango.

De manifestaciones asociadas a fiestas con fuerte carga de símbolos religiosos africanos, el tango y el candombe fueron transformándose paulatinamente en carnavales en los que los blancos se apropiaban de estas danzas, llegando a hacer pantomimas disfrazados de negros.

En 1891 las sociedades de congos aún participaban en el carnaval de Buenos Aires, pero el candombe desapareció poco después. Se diluyó en tango criollo, baile de parejas ejecutado por blancos y mulatos de las clases populares en clubes de los arrabales de mala fama.

Este tango se fue blanqueando por la influencia de la inmigración europea en esos últimos años del siglo XIX. La coreografía sufrió modificaciones, se codificó y de baile plebeyo de los arrabales pasó a los salones de Nueva York y París.

Nueva vida para el tango negro

Leymarie no considera que la burguesía argentina, pese a rehabilitarlo, se adueñase de esta tradición: «No se puede enteramente decir que la burguesía se reapropió de una cultura popular que no era la suya porque con la inmigración europea a Argentina el tango incorporó elementos nuevos y evolucionó para pasar a ser el tango que conocemos hoy».

Ese baile de pareja con un juego de piernas rígido y preciso, que deja poco margen a la improvisación y que queda lejos de aquella expresión impetuosa derivada del candombe, con fuertes meneos de cintura y pelvis, sí conserva aún algo de sus orígenes. «Su extrema sensualidad, los cortes –suspensión de los pasos para cortar el ritmo–, la línea de bajo sincopada, emparentada con la de la habanera, y los acentos muy marcados del piano y del bandoneón», enumera la experta.

Leymarie también señala las tentativas actuales para dar nueva vida a la música del candombe, especialmente en barrios de Buenos Aires con población negra, como Merlo o Ciudad Evita. «Esplendor Afroargentino, Misi­bamba y otras asociaciones trabajan en esa dirección. La reciente inmigración hacia Buenos Aires de africanos provenientes del sur de África y de Cabo Verde ha dado origen a la creación en 2009 del festival Árgentina Negra».

La especialista considera que «en ningún caso el tango se ha convertido en una pieza de museo, sigue estando muy arraigado en la cultura popular porteña». Y destaca la tarea de recuperación de las raíces negras del tango que realizó el pianista Juan Carlos Cáceres, fallecido en abril. «Tocaba lo que llamaba ‘tango-candombe’ con percusiones y hacía hincapié en los orígenes negros del tango».

Cáceres es uno de los protagonistas de otro importante ejercicio de memoria histórica y reparación en relación con lo africano en el tango. Su testimonio aparece en el documental Tango negro. Las raíces africanas del tango, dirigido en 2013 por el angoleño Dom Pedro con la intención de mostrar que la censura política y la desmemoria han realizado una efectiva labor de invisibilización de la huella africana en la cultura argentina.

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