La población de origen africano en Argentina, descendiente de los esclavos de la época de la colonia, es a primera vista inexistente. Los pocos afroargentinos que se reconocen como tales son descendientes de inmigrantes caboverdianos que llegaron al país durante la primera mitad del siglo XX. En los últimos años, inmigrantes brasileños, dominicanos y africanos han hecho que ver personas negras por las calles ya no sea motivo de curiosidad.
Hay muchos factores de determinaron la desaparición de una población afrodescendiente que en la época de la independencia alcanzaba un tercio de la población en Buenos Aires y que superaba la mitad de los habitantes en algunas provincias del noroeste.
El primer factor que incidió en el declive fue la muerte en la guerra. Parece ser que durante la Guerra de Independencia fue muy importante el número de soldados negros: de los 2500 soldados negros que iniciaron el cruce de Los Andes regresaron con vida sólo 143. Las familias acomodadas enviaban a “sus negros” a defender a la patria, en lugar de exponer la vida de sus hijos. Hay que tener en cuenta que aunque la esclavitud fue abolida oficialmente en 1813, en la práctica las relaciones esclavistas tardaron décadas en extinguirse. Se puede añadir que la incorporación al ejército era una forma de escapar de las miserables condiciones de vida para muchos negros. Este factor es fundamental y muy pocas veces considerado porque la pobreza se tradujo en una alta mortalidad y en una muy baja natalidad. Según los nuevos estudios, durante décadas la fecundidad de las negras en Argentina fue bajísima, hecho raro entre los humildes. Esto lo explican argumentando que las mujeres negras no querían traer hijos al mundo en la penosa situación en que se encontraban.
Otra guerra y más muertes: la contienda que más vidas afroargentinas se cobró fue la fratricida guerra con el Paraguay (1865-1870). El ejército argentino en el frente estaba compuesto por batallones de negros que fueron diezmados durante la lucha.
Al año de terminar la guerra, una gran epidemia de fiebre amarilla traída por los soldados que regresaban del Paraguay se cebó con los más pobres de Buenos Aires, es decir, con los afrodescendientes. Anteriores epidemias de cólera y fiebre amarilla ya habían causado miles de muertes. Poco después, era común ver a los antiguos combatientes mutilados pidiendo limosna, mientras sus mujeres eran vendedoras ambulantes o lavanderas.
Otro hecho clave fue la gran ola inmigratoria europea que recibió Buenos Aires a finales del siglo XIX y principios del XX. Los nuevos habitantes explicarían el declive de la población negra en la ciudad. Primero, porque estadísticamente se veía reducida y segundo, porque los inmigrantes, también pobres y sin los prejuicios raciales de los nativos, no tuvieron problema en formar familia con afrodescendientes.
Todos estos hechos produjeron una reducción absoluta y relativa de los afroargentinos en la población y al mismo tiempo que los rasgos se fueran perdiendo debido a la gran mezcla entre inmigrantes y nativos. Igualmente, se calcula que hay cerca de dos millones de argentinos descendientes de africanos, aunque pocos de ellos son reconocidos o se reconocen como tales.
Mientras que en muchos países de América los negros fueron obligados a ocupar el nivel inferior en la escala social, en Argentina a mediados del siglo XX, los mestizos pobres que emigraron del interior del país a Buenos Aires conformaron esas capas populares. Desde entonces, el hecho de que no haya negros no es suficiente para que no existan los insultos racistas relacionados con los negros. Llamativamente los destinatarios de esos insultos, muy habituales en el ambiente futbolístico, son los mestizos. Por eso ser llamado de “negro” en Argentina generalmente implica una descalificación por tener rasgos indígenas y orígenes sociales humildes.
Fuente: http://gustavovazquezalvarez.blogspot.com.es/2012/07/que-fue-de-los-negros-de-argentina.html