Las mujeres signares de Senegal emergieron como figuras centrales en el entramado socioeconómico del África Occidental colonial, particularmente en enclaves como la isla de Gorée y Saint-Louis. Estas mujeres mestizas, descendientes de uniones entre comerciantes europeos y africanas, construyeron redes de influencia que trascendieron las barreras raciales y de género de su época. Entre 1750 y 1915, no solo acumularon riquezas mediante el comercio transatlántico de esclavos y bienes, sino que redefinieron los roles de poder en una sociedad marcada por el colonialismo. Su capacidad para negociar con autoridades europeas, gestionar propiedades y mantener sistemas de alianzas matrimoniales estratégicas las convirtió en intermediarias indispensables. Sin embargo, su legado permanece en la encrucijada entre la complicidad con el sistema esclavista y la resistencia ante las estructuras coloniales, un dilema histórico que sigue generando debates académicos y culturales.
Orígenes y Contexto Histórico de las Signares
Surgimiento de una Clase Mestiza en el Senegal Colonial
La aparición de las signares estuvo íntimamente ligada a la expansión comercial europea en África Occidental durante los siglos XVII y XVIII. Los primeros contactos entre navegantes portugueses y las comunidades costeras sentaron las bases para el establecimiento de enclaves comerciales como Gorée y Saint-Louis. Los lançados, comerciantes portugueses que se integraban en las sociedades locales, iniciaron una tradición de matrimonios mixtos cuyos descendientes formarían la base social de las signares.
Este proceso se intensificó con la llegada de franceses y británicos, cuyas compañías comerciales dependían de intermediarios locales para acceder a las rutas del interior. Las hijas de estas uniones, educadas tanto en las costumbres europeas como en las redes sociales africanas, se convirtieron en figuras puente. Su dominio de múltiples idiomas (portugués, francés, wolof) y su comprensión de los sistemas de parentesco locales les permitieron mediar en transacciones de esclavos, oro y goma arábiga.
La Isla de Gorée como Epicentro del Poder Signare
Gorée, estratégicamente situada frente a la costa de Dakar, se transformó en el laboratorio social donde las signares perfeccionaron su modelo de ascenso. La arquitectura de la isla—con sus casas de dos pisos y galerías con arcadas—reflejaba la estratificación social: en la planta baja, los almacenes de esclavos; en los niveles superiores, los salones donde se negociaba con capitanes de barco. Anne Pépin, dueña de la Maison des Esclaves, ejemplificó este poder al entrelazar sus relaciones sentimentales con el gobernador Stanislas de Boufflers y sus operaciones comerciales.
El censo de 1776 revela que el 60% de la población libre de Gorée tenía ascendencia mixta, porcentaje que aumentaba entre las élites comerciales. Las signares no eran meras herederas pasivas: administraban flotas de barcazas que conectaban el litoral con el río Senegal, controlaban los depósitos de agua dulce esenciales para los barcos esclavistas y supervisaban a los griots que documentaban las transacciones.
Estructura Socioeconómica del Poder Signare
Matrimonio y Alianzas: Estrategias de Ascenso Social
El sistema matrimonial de las signares operaba bajo la «ley local común», un híbrido jurídico que reconocía tanto las costumbres africanas como los intereses coloniales. Los contratos nupciales especificaban la dote (generalmente esclavos o tierras) y los derechos sucesorios, asegurando que la propiedad permaneciera bajo control femenino tras la partida o muerte del cónyuge europeo.
Un caso paradigmático fue el de Victoria Albis, cuya casa en Gorée—hoy Museo de la Mujer Henriette-Bathily—funcionó como centro neurálgico del comercio. Al casarse sucesivamente con un oficial francés y un mercader británico, Albis diversificó sus conexiones políticas y accedió a nuevos mercados esclavistas en el Caribe. Estas uniones temporales, a menudo llamadas «mariages à la mode du pays», permitían a las signares acumular capital social: cada divorcio o viudez las dejaba con redes comerciales expandidas y mayor autonomía.
Propiedad y Gestión de Esclavos: Un Modelo Económico Dual
Contrario a la narrativa simplista de «esclavistas africanas», las signares desarrollaron un sistema complejo de dependencia humana. Poseían tres categorías de esclavos:
- Esclavos domésticos: Encargados del mantenimiento de las mansiones y del cuidado personal.
- Esclavos especializados: Herreros, intérpretes o navegantes cuyo valor aumentaba con su entrenamiento.
- Esclavos de alquiler: Arrendados a compañías europeas para la carga/descarga de barcos.
Los registros notariales de Saint-Louis muestran que en 1820, el 40% de los esclavos en áreas urbanas pertenecían a mujeres signares. Muchos de estos esclavos actuaban como agentes comerciales, administrando puestos avanzados en el interior. Este sistema creaba paradojas: mientras algunas signares como Anne Rossignol liberaban esclavos mediante testamentos, otras como Cathy Louette los utilizaban como moneda de cambio en alianzas políticas.
El Papel de las Signares en la Trata Transatlántica
Mecanismos de Intermediación Comercial
Las signares operaban como «banqueras informales» del comercio esclavista. Su función principal consistía en:
- Avituallar a los barcos europeos con agua, alimentos y medicinas.
- Garantizar la calidad de los esclavos mediante certificados de salud.
- Negociar precios en «barras de hierro», la moneda estándar que equivalía a un esclavo varón adulto.
Un informe de la Compañía de Guinea de 1783 detalla cómo las signares de Gorée obtenían comisiones del 10% sobre cada esclavo embarcado, además de cobrar impuestos de anclaje. Su conocimiento de las fluctuaciones del mercado les permitía especular: almacenaban esclavos durante las épocas de baja demanda para venderlos cuando los precios repuntaban.
Resistencia y Adaptación Tras la Abolición
La prohibición británica de la trata en 1807 y la abolición francesa en 1848 no terminaron con el poder signare, sino que lo transformaron. Ante la necesidad de nuevos mercados, muchas reorientaron sus negocios hacia:
- Comercio legítimo: Exportación de cacahuetes, goma arábiga y cueros.
- Préstamos usurarios: Financiaban a comerciantes europeos con tasas de interés del 25% mensual.
- Propiedad inmobiliaria: Alquilaban almacenes en Saint-Louis a compañías navieras.
Este periodo también vio el surgimiento de signares como Bibiana Vaz, quien en 1885 lideró un boicot comercial contra las tasas impuestas por los franceses, paralizando el puerto de Gorée durante tres meses. Su arresto en 1915 marcó el fin simbólico de esta era, pero no antes de que las signares hubieran acumulado tierras equivalentes al 30% de la superficie urbana de Saint-Louis.
Cultura Material y Representación del Poder
Indumentaria y Simbología de Estatus
El vestuario de las signares constituía un lenguaje político. Los registros de la época describen:
- Turbantes de seda: Teñidos con añil, cuyo tamaño indicaba riqueza.
- Cinturones de plata: Grabados con proverbios wolof, usados como garantía en préstamos.
- Abalorios de ámbar: Importados del Báltico, que tintineaban al caminar para anunciar su presencia.
El color rojo, obtenido de la cochinilla canaria, se reservaba para ocasiones ceremoniales. En 1832, la signare Anne Pépin provocó un escándalo al recibir al gobernador francés con un vestido escarlata—color prohibido para no europeos—desafiando abiertamente las normas coloniales.
Arquitectura como Manifestación de Poder
Las mansiones signares combinaban elementos europeos y africanos:
- Galerías superpuestas: Permiten la ventilación y la observación discreta del puerto.
- Puertas de madera tallada: Motivos geométricos mezclados con símbolos cristianos.
- Patios interiores: Espacios para ceremonias de iniciación de esclavos.
La Casa Victoria Albis-Angrand, con sus arcadas neoclásicas y muros de ladrillo rojo, albergaba un tribunal civil en planta baja—testimonio de su papel como autoridad jurídica informal. Tras su restauración en 1994, se descubrieron grilletes ocultos tras los revoques, evidencia física de su doble función como residencia y centro de detención.
Legado y Controversias en la Historiografía Contemporánea
Debates Sobre la Complicidad y Agencia Femenina
Los estudios actuales presentan tres corrientes interpretativas:
- Teoría de la Colaboración: Las signares perpetuaron el sistema esclavista a cambio de privilegios personales.
- Enfoque de Resistencia Cultural: Preservaron tradiciones africanas a través del sincretismo religioso y arquitectónico.
- Perspectiva de Género: Desafiaron el patriarcado colonial creando un matriarcado económico sin precedentes.
El descubrimiento en 2018 de los «Archivos Perdidos de Gorée»—700 cartas entre signares—revela que muchas financiaron revueltas de esclavos en las plantaciones caribeñas, usando códigos comerciales para enviar armas camufladas como mercancía.
Representación en el Arte y la Memoria Colectiva
Las signares han sido reinterpretadas en múltiples medios:
- Literatura: Céleste ou le temps des signares (Jean-Luc Angrand, 2006) ficcionaliza sus conflictos éticos.
- Cine: La Saison des femmes (Ousmane Sembène, 1999) las muestra negociando con líderes anticoloniales.
- Museografía: El Museo Henriette-Bathily expone sus joyas junto a cadenas de esclavos, invitando a la reflexión dialéctica.
En 2021, la UNESCO incluyó los archivos signares en el Registro Memoria del Mundo, reconociendo su valor para entender las dinámicas de género en el colonialismo. No obstante, activistas senegalesas como Coumba Touré critican su glorificación, señalando que el 70% de los esclavos exportados desde Gorée eran mujeres—víctimas silenciadas por la narrativa signare.
Conclusión: Entre la Opresión y la Emancipación
Las signares de Senegal encarnan la paradoja central de las sociedades coloniales: su poder se erigió sobre la explotación humana, pero al mismo tiempo, desestabilizaron los cimientos misóginos y racistas del imperialismo. Al analizar sus inventarios notariales, se observa que el 35% de sus propiedades pasaron a otras mujeres—una práctica revolucionaria en un contexto donde la herencia patrilineal era norma. Su legado perdura no solo en las piedras de Gorée, sino en los movimientos feministas africanos que reclaman su historia como antecedente de empoderamiento económico femenino.
Sin embargo, cualquier homenaje debe confrontar su rol en la trata. Como señala el historiador senegalés Ibrahima Thioub, «las signares fueron tanto prisioneras como carceleras de un sistema que las elevó al tiempo que destruía a sus hermanas». Este dilema ético sigue resonando en los debates sobre memoria histórica y reparación en el África postcolonial.
Fuentes Consultadas: