Biografia de un grande: Nelson Rolihlahla Mandela

¿Quién es Nelson Mandela?Durante un cuarto de siglo, el prisionero politico más famoso del mundo, Premio Nobel de la Paz, primer presidente negro en la historia de Sudáfrica.

Mandela es portador de un mensaje que parece trascender fronteras. Para muchos, es ante todo un símbolo de la capacidad del ser humano de ver más allá de su propio sufrimiento. Un hombre que después de 27 años de prisión, eligió tender una mano a la minoría blanca que lo había encarcelado y supo conducir a su país a una transición histórica. Mas allá de las palabras, ¿cuáles son las acciones que mejor definen a Nelson Mandela? Alejandra Martins de BBC Mundo investigó su historia. Lo invitamos a una recorrida en imágenes y testimonios, comenzando por tres momentos clave en la vida de este hombre que, tras el sacrificio de muchos, supo asestar el golpe mortal al brutal sistema en que le tocó vivir.

Nelson Mandela inició su vida en las vastas planicies de la actual provincia de Cabo Oriental.

Nació el 18 de julio de 1918 en Umtata, entonces capital del llamado territorio de Transkei, que se extendía desde el pie de las montañas Drakensburg hasta la costa del Océano Índico.

Su padre era jefe tribal y lider de los Tembu. «Además de la vida, una constitución fuerte y una conexión a la familia real Tembu, la único que mi padre me dio al nacer fue un nombre: Rolihlahla», escribió el propio Mandela.
En Xhosa, una de las lenguas sudafricanas, el nombre significa literalmente «tirar de la rama de un árbol», pero en sentido coloquial es sinónimo de «alborotador».

Su hermana, Mabel Timakwe, recuerda que «la vida en casa era dura. No nos faltaba qué comer, pero no teníamos posesiones. Cuando mi padre estaba a punto de morir, le dio sus ropas a mi hermano, para que pudiera ir al colegio».

Mandela asistió a una escuela de misioneros británicos, y según el periodista Benjamin Pogrund, el líder sudafricano es producto arquetípico de la educación misionera : “Esas escuelas solían tener una visión paternalista hacia la población negra, pero al mismo tiempo ofrecían una base muy sólida en disciplinas básicas como lectura, escritura y matemáticas, asi como en cultura inglesa, lo que resultaba en personas de pensamiento liberal y bastante tolerantes. Para mi, Mandela tiene muchos valores del típico gentleman liberal del siglo XIX”.

Luego de completar su educación con los misioneros británicos, Mandela viajó a Johanesburgo para estudiar abogacía. En 1952, abrió allí junto a Oliver Tambo el primer bufete de abogados negros. Fue en esa ciudad, en la miseria de los enormes townships o poblados negros, que se unió a la lucha por la liberación de la mayoría negra y al partido que un dia presidiría, el Congreso Nacional Africano, CNA.

El Congreso Nacional Africano había sido formado en 1912 para luchar por los derechos de la población negra.

Cuando Mandela se unió al CNA, en 1942, se dedicó junto a otros jóvenes como Walter Sisulu y Oliver Tambo a transformar al partido en un movimiento político de masas. Ante la victoria del Partido Nacional en las elecciones del 48, la respuesta del CNA fue clara y directa: convocar la llamada Campaña de Desafío.

Mandela recorrió el país organizando actos de desobediencia civil contra las leyes de segregación racial. Las autoridades presentaron cargos en su contra bajo la llamada Ley de Supresión del Comunismo. Mandela fue sentenciado a prisión, aunque se suspendió la condena, y se le confinó a Johanesburgo durante seis meses.

En 1955 Mandela escribió la llamada Constitución de la Libertad (Freedom Charter) según la cual «Sudáfrica pertenece a todos los que viven en ella, negros y blancos, y ningún gobierno puede considerarse legítimo si no está basado en la voluntad de todo el pueblo». Tres mil personas asistieron a una marcha para lanzar la Constitución y el gobierno nacionalista denunció el evento como «comunista». Un año después arrestó a 156 líderes del movimiento negro a los que acusó de traición.

El juicio se prolongó durante cinco años, en lo que observadores de la época consideraron una farsa legal. Al final del proceso, los cargos contra Mandela, Sisulu y los otros activistas fueron sobreseídos y sus abogados cargados en andas por la multitud negra que cantaba el himno de liberación «Nkosi Sikelele Afrika», «Dios bendiga a África», hoy uno de los dos himnos oficiales sudafricanos. Poco después, la lucha de liberación tomó un giro dramático.

La cárcel de Robben Island era un lugar notorio porque de allí nadie escapaba. Según relatos, los guardias recibían a los nuevos prisioneros con las palabras: «Esta es la isla, este el lugar donde vas a morir».

A pesar de la dureza de las condiciones en Robben Island, las convicciones de Mandela sobre su lucha política lo mantuvieron a flote. Según recordó años después, «cuando nos enviaron a la cárcel, teníamos el sentimiento de que nosotros éramos los victoriosos, y que el verdadero acusado era el gobierno. Eso nos ayudó a sobrevivir».

Mandela fue elegido por los otros prisioneros portavoz del grupo, y aún en la cárcel, mantuvo su aire de dignidad y cortesía, como recuerda su abogado George Bizos.

«En una visita, lo trajeron a la sala donde nos reuníamos con los presos. Llegó escoltado por dos guardias delante, dos a cada lado y dos detrás. Lo increíble de Mandela es que nunca se comportó como un prisionero. Caminaba con la frente en alto y era él quien marcaba el paso a los escoltas. Cuando llegó me dijo en broma: George, permíteme que te presente a mi guardia de honor. Al menos uno de los policías no pudo esconder una sonrisa».

En su celda, hoy en día una atracción turística, Mandela escribió: «En prisión uno está frente a frente con el paso del tiempo. No hay nada más aterrador».
Con los líderes del CNA en la cárcel, fueron los niños y jóvenes de los poblados negros lo que mantuvieron viva la lucha contra el apartheid.

El 2 de febrero de 1990, el entonces presidente F. W. De Klerk anunció la liberación incondicional de Nelson Mandela. Pocos días después, el 11 de febrero, las cámaras de TV captaron las primeras imágenes del líder sudafricano en libertad después de 27 años.

De la mano de su esposa Winnie, con el puño en alto, Mandela abandonó la prisión Victor Verster, a la que había sido trasladado. La liberación de Mandela no significó, sin embargo, que el gobierno estuviera dispuesto a instaurar la democracia. Según observadores, De Klerk esperaba «neutralizar el fenómeno Mandela» con algunas concesiones, pero sin garantizar el sufragio universal.

El gobierno esperaba que Mandela en libertad sería una amenaza menor para el régimen. Según su biógrafo, Anthony Sampson: «El gobierno esperaba que después de 27 años en la cárcel no estaría apto para ningún tipo de liderazgo, que habría perdido contacto con la realidad. No tardaron en darse cuenta de que la realidad era todo lo contrario».

Mandela dejó rápidamente en claro que ofrecía un mensaje de reconciliación, que el enemigo no eran los blancos, sino el regimen de apartheid. El gobierno legalizó el CNA y poco a poco derogó las leyes fundamentales del apartheid. Las tensas negociaciones con el gobierno se prolongaron desde 1990 a 1994, en un marco de creciente violencia entre entre simpatizantes del CNA y el partido Inkhata, apoyado por las fuerzas de seguridad.

En 1993 De Klerk y Mandela compartieron el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos por instaurar la democracia, pero el país se desangraba. Las luchas entre grupos negros, en lo que observadores describían ya como una guerra civil de baja intensidad, habían cobrado la vida de miles de personas. El 10 de abril de 1994, Chris Hani, uno de los líderes negros más carismáticos, fue asesinado a tiros frente a su casa. El gobierno se dio cuenta de que Mandela representaba la mejor –sino la única – opción de una transición negociada y finalmente accedió a celebrar comicios multirraciales.

Como mandatario, Mandela generó más de una vez controversia, invitando a Fidel Castro y siendo recibido por el presidente de Libia Muammar Gadafi.

En una conferencia de prensa durante la visita del entonces presidente de EE.UU. Bill Clinton, Mandela provocó risas entre la prensa al responder a sus críticos: «Aquellos sudafricanos que me han criticado por ser leal a viejos amigos, bueno, pueden irse y tirarse al agua. No voy a tracionar la confianza de aquellos que nos ayudaron».

La victoria de Sudáfrica, país anfitrión, en la Copa Mundial de Rugby de 1995, sirvió para dar un mensaje de unidad. Mandela, fanático del deporte, presentó el trofeo al capitán blanco del equipo, Fançois Piennar, lo que fue interpretado como un gesto de hermandad por la minoría blanca.

Pero mas allá de sus habilidades de líder, los desafíos eran enormes. Según sus criticos, Mandela no logró atacar de frente la pobreza endémica de la mayoría, especialmente la escasez crónica de viviendas en los poblados negros. Otros lo criticaron por ser autocrático y albergar en su gobierno a ministros incompetentes y corruptos.

Pero incluso sus críticos reconocen que Mandela sí logró persuadir a las corporaciones multinaciones a seguir invirtiendo y confiando en la Sudáfrica post-apartheid. También le reconocen que a diferencia de otros líderes africanos, no intentó aferrarse al poder. En diciembre de 1997 abandonó la presidencia del CNA a favor de Thabo Mbeki, quien le sucedería como mandatario del país tras los comicios de 1999.

Fuentes: Mandela en tres actos BBC

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