La tribu herero, residente en la actual Namibia, podría lograr una reparación de las autoridades alemanas por la persecución sufrida por sus ancestros durante la época colonial y que incluso ha sido reconocida como genocidio. Sin embargo, la reivindicación de devolución de las tierras parece complicada de satisfacer por Berlín y tampoco los hereros se sienten representados en los contactos entre Alemania y el Gobierno de Namibia.
«Lo que queremos es nuestra tierra», ha explicado Alex Kaubtauuapela, de 74 años, cuyos padres sobrevivieron al exterminio del 80 por ciento de la tribu. Kaubtauuapela vive, como sus padres, en una comunidad que depende del pastoreo.
«Los hereros son pobres por culpa de los alemanes», ha reprochado la mujer, ahora corvada sobre un bastón, desde la tierra ancestral de los hereros, Okahandja, al norte de la ciudad de Windhoek, capital de Namibia.
Aproximadamente la mitad de las tierras cultivables del país son propiedad de los descendientes de los colonos alemanes y holandeses que apenas suponen el 6 por ciento de la población de un país de 2,3 millones de habitantes.
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COLONIA ALEMANA
El territorio estuvo bajo control alemán entre 1884 y 1915 bajo la fórmula colonial y con el nombre de África del Sudoeste Alemana. Tras la Primera Guerra Mundial, el territorio pasó a ser controlado por Reino Unido. Durante el dominio alemán, les quitaron las tierras de pastoreo a los hereros y a los namas, de la nación namaqua, una tribu con menos integrantes, y miles de personas fueron ejecutadas tras la rebelión de 1904. Los supervivientes intentaron escapar a la zona desértica del país y muchos murieron de hambre pero finalmente fueron apresados e internados en campos de concentración en lo que se considera un antecedente del Holocausto.
Esta reivindicación de los hereros está siendo observada muy atentamente por tribus y pueblos de todo África que podrían realizar peticiones similares a las antiguas potencias coloniales europeas.
Las negociaciones recibieron un impulso el año pasado cuando el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reprochó a Alemania su hipocresía por reconocer el genocidio armenio a manos del Imperio Otomano sin haber hecho nada con respecto a Namibia.
Al mes siguiente, en julio, la oficina de la canciller Angela Merkel informó de que reconocería el genocidio de los hereros y namaquas y que pediría disculpas formalmente. Desde entonces ha habido cinco rondas de negociación, aunque Berlín sostiene que ha habido conversaciones desde 2012.
Una cuestión difícil es la gestión de la demanda de devolución de los cráneos de las víctimas que fueron llevados a Alemania para intentar demostrar la inferioridad racial de las víctimas, ya que Berlín ha devuelto algunos, pero asegura que otras piezas no se pueden localizar. Igualmente difícil es cerrar una cifra para la compensación económica por lo ocurrido, aunque la reivindicación central son las tierras.
«Queremos ir y tomar nuestras tierras», ha afirmado el jefe supremo de los hereros, Ombara Otjitambi, un exabogado que denuncia que sus seguidores han sido excluidos de las negociaciones con Alemania. «Queremos estar directamente en la sala de negociaciones con el Gobierno. Si los alemanes firman sin nosotros, lo consideraremos un acto de guerra», ha apostillado en declaraciones a Reuters. «No vamos a esperar otros 100 años para tener justicia», ha advertido.
REPRESENTANTES LEGÍTIMOS
Otro grupo herero está colaborando con las autoridades en las negociaciones, pero Otjitambi les reprocha que son simples «marionetas» del Gobierno, copado por la tribu ovamba –mayoritaria– desde la independencia del país.
Esta semana, el Grupo sobre Pueblos Afrodescendientes de la ONU ha respaldado esta versión. Aunque reconoce las disculpas oficiales de Berlín y la ayuda prestada, lamenta que «hasta ahora no ha consultado de forma creíble con los legítimos representantes de la minoría y de las víctimas indígenas de ese genocidio para negociar las reparaciones».
El embajador alemán en Namibia, Christian Matthias Schlaga, ha reconocido que hay grupos de hereros que no participan en los contactos, pero ha manifestado su confianza en que finalmente se integrarán. «La intención evidente de los dos gobiernos es alcanzar un resultado que sea aceptado por las comunidades en cuestión», ha apuntado Schlaga en declaraciones a Reuters desde su oficina en Windhoek.
«LIMPIEZA» ÉTNICA
El acercamiento para un acuerdo en Namibia ha animado a los tanzanos a pedir compensaciones a Alemania por la muerte de 70.000 personas durante la Rebelión Maji-Maji de los nativos de la actual Tanzania contra el gobierno colonial de la África Oriental Alemana entre 1905 y 1907.
Sin embargo, Schlaga ha advertido de que aunque haya un acuerdo con Namibia no tiene por qué haber otros procesos de negociación otras partes en África. «Creemos que la situación de Namibia es única. Por eso negociamos aquí y no en otras partes», ha explicado.
Schlaga se refiere a las pruebas que demuestran que las fuerzas alemanas buscaban el exterminio por motivos raciales. El enviado del kaiser para aplastar la rebelión de 1904, el general Lothar von Trotha, lo dejó por escrito. «Creo que esta nación (herero) debería ser aniquilada como tal. Solo tras esta limpieza puede emerger algo nuevo», escribió.
Quienes no murieron por la dura represión ni murieron de hambre en el desierto fueron apresados e internados en campos de concentración donde fallecieron por enfermedades, maltratos o torturas. En total murieron 100.000 hereros y 10.000 namas, según los historiadores.
Además, miles de mujeres fueron sistemáticamente violadas por los soldados alemanes y los descendientes frutos de estas agresiones aún son discriminados por los miembros de la tribu que se consideran «puros».
El líder de la rebelión herero, Samuel Maharero, se encuentra en una zona casi inaccesible de Okahandjia, en un campo donde abundan las cabras y la maleza. Por contra, apenas a unos cientos de metros se puede visitar el cementerio impecablemente cuidado de los alemanes muertos en la rebelión. Sin embargo, Maharero es un privilegiado, ya que los cuerpos de la gran mayoría de nativos fallecidos quedaron abandonados en campo abierto.
«Hemos perdido nuestra tierra, nuestra cultura, nuestras tradiciones,…», se ha lamentado Sarafina Nbaimbaind, residente en un poblado cercano. «Los alemanes se enriquecen cada vez más y más con nuestras tierras», ha reprochado.
«VENTA VOLUNTARIA, COMPRA VOLUNTARIA»
Schlaga ha destacado que Berlín apoya las iniciativas del Gobierno de Namibia para que se redistribuyan las tierras y se resuelvan las disputas entre ciudadanos del país. «Alemania siempre ha estado de acuerdo y ha apoyado la decisión del Gobierno de Namibia (…) de impulsar una redistribución de tierras, pero basada en un principio de ‘venta voluntaria, compra voluntaria'», ha argumentado.
El propio embajador alemán ha recordado que las tierras han cambiado varias veces de dueño durante el último siglo. «Es muy difícil, si no imposible, hacer un seguimiento desde lo ocurrido en 1905 y 1906 hasta 2017», ha reconocido.
El Gobierno namibio estudia opciones como la utilización de dinero alemán para comprar tierras a quienes las quieran vender, aunque las negociaciones están paradas. El negociador jefe namibio, Zed Ngavirue, considera «fracasado» el sistema de venta voluntaria, compra voluntaria. La cuestión se volverá a plantear en una conferencia prevista para este año, pero no se incluirá en las negociaciones sobre el genocidio con Alemania.