En tiempos del Paleolítico Medio (también nombrado como MSA: Middle Stone Age), en la zona actualmente conocida como Minas de Ngwenya, se concretaban actividades extractivas de mineral de hierro. Hace de esto al menos 43000 años, según lo indica la datación por radiocarbono efectuada en 1967 sobre nódulos de carbón, constituidas las muestras desde fuegos que dejaron trazas, halladas éstas en el sitio de la excavación minera que se considera es la mina más antigua del mundo.
Las Minas de Ngwenya están situadas en las estribaciones orientales de los montes Drakensberg, cerca de la frontera noroeste de Suazilandia, en el distrito Hhohho. En otros sitios con origen en la Edad de Piedra también se practicó la actividad minera, aunque en fechas más recientes. La industria extractiva, ya definidamente propia de Homo sapiens, que acontecía en la mina original de Ngwenya, lo hacía coetáneamente con la presencia de la especie extinta del Homo neanderthalensis en tierras europeas. Las herramientas de minería halladas en Ngwenya son de un tipo reconocible, especializadas para el fin extractivo, y con características propias del sitio, distintas de aquellas que fueran halladas en otros yacimientos arqueológicos de la Edad de Piedra. En la primordial excavación minera de Ngwenya está primerizamente presente la tecnología minera que fue empleada tiempo después en Europa.
Esta área minera muestra el testimonio de una tradición cultural minera que ha desaparecido, distinguible por un amplio empleo de productos sociales hechos de la sustancia pétrea conocida como dolerita (diabasa). Tales hachuelas, martillos y picos, servían para el trabajo sobre la mena de hierro con el fin de extraer hematita roja (u ocre rojo), y especularita (o hematita especular). Relativamente aislados de otras poblaciones, los grupos cazadores-recolectores de aquellos habitantes originales perdieron su cohesión 20000 años atrás, dejaron de existir sus costumbres; sus artistas-magos ya no dieron uso a los recursos férricos empleados en los rituales de su tradición espiritual, y en el engalanamiento cosmético. El tono rojizo de la hematita operaba, por su similitud con la sangre, como recurso mágico conferidor de vida, al aplicarlo sobre los cuerpos. El ocre rojo fue también utilizado, por los pueblos tardíos que dieron origen a los actuales San (Bosquímanos), para concretar arte sobre roca. Hay en Suazilandia gran número de esas pinturas.