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Moros, Santos, Caballeros y Reyes: La Presencia Africana en la Europa Medieval y Renacentista

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El estudio de la presencia Africana en la historia, ya sea en la Diáspora Africana o la propia África, es una tarea muy gratificante. En este estudio nos damos cuenta de que la esclavitud por sí sola no es la historia de África y que la historia de África es la historia de todos. La historia del pueblo Africano – los negros – es rica y completa, estimulante y, a menudo, poco conocida. En ningún sitio se da el caso tan claro sobre la presencia Africana como en la Europa Medieval y Renacentista.

Los Moros: La Luz de la Edad Oscura de Europa

Según el Diccionario Oxford English, los Moros, al principio de la Edad Media y como muy tarde en el siglo XVII,» generalmente se suponía que eran negros o muy morenos, y de ahí que la palabra se utilice a menudo para Negro.»
A principios del siglo VIII, después de una sombría y amplia resistencia a las invasiones árabes del norte de África, los moros se unieron al engrandecimiento triunfante del Islam. A continuación, cruzaron desde Marruecos hacia la Península Ibérica donde sus rápidas victorias y notables hazañas pronto se convirtieron en la base de las leyendas.
En julio del año 710, Tarif, con 400 soldados de infantería y 100 caballos, todos ellos Bereberes, llevó a cabo exitosamente una misión en el sur de la Península Ibérica. Tarifa, una importante ciudad portuaria en el sur de España, lleva su nombre.
Sin embargo, está claro que la conquista de España se llevó a cabo por iniciativa de Tarik Ibn Ziyad. Tarik estaba al mando de un ejército de al menos 10.000 hombres.

En el año 711, el audaz Tarik cruzó el estrecho y desembarcó cerca de un promontorio de roca, que a partir de ese día se le dio su nombre – Djabal Tarik («montaña de Tarik»), o Gibraltar. En agosto del año 711, Tarik ganó una victoria primordial sobre el ejército europeo contrario. En la víspera de la batalla, se dice que Tarik había despertado a sus tropas con las siguientes palabras:
«Hermanos míos, el enemigo está delante vuestro, el mar está detrás; hacia dónde volaríais? Seguid a vuestro general; Estoy decidido o a perder mi vida o a pisotear al rey postrado de los Romanos».
Sin perder tiempo para saborear su victoria, Tarik se abrió paso con su apuesta y aparentemente incansable caballería Mora hasta la ciudad española de Toledo. En un mes, el general Tarik Ibn Ziyad había acabado eficazmente con el dominio europeo en la Península Ibérica.

Como consecuencia de estas brillantes luchas, miles de Moros inundaron la Península Ibérica. Estaban tan ávidos de llegar que se dice que algunos lo hacían flotando sobre troncos de árboles. El mismo Tarik, al final de su ilustre carrera militar se retiró al distante Oriente, para difundir las enseñanzas del Islam, según hemos sabido.
En realidad no hay necesidad de especular sobre el origen étnico de estos primeros invasores de la época de la conquista. Fuentes cristianas antiguas relacionadas con la conquista, en particular la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio, hacen la siguiente observación con respecto a los Moros: «Sus caras eran negras como la brea, el más guapo entre ellos era tan negro como una olla de cocina.»

El Negro San Mauricio: Caballero de la Lanza Sagrada

San maurice III

De todos los hombres Negros de la historia de Europa, pocos han estimulado tanto la imaginación como San Mauricio. Fue éste un santo Negro en una zona que entonces y ahora tiene muy pocos habitantes Negros. También fue un caballero Negro. De hecho, podríamos llamarlo un caballero de brillante armadura. Nada menos que notable.
El nombre Mauricio deriva del latín y significa «como un Moro.» El Negro San Mauricio (el Caballero de la Lanza Sagrada) es considerado como el gran patrón del Sacro Imperio Romano Germánico. También es conocido, sobre todo en Alemania, como San Mauritius. La primera versión de la historia de Mauricio y el relato sobre el que se basan todas las versiones posteriores, se encuentra en los escritos del obispo Euquerio de Lyon, que vivió hace más de 1500 años. Según Euquerio, San Mauricio era un alto funcionario en la región Tebaida del sur de Egipto – un centro muy temprano del Cristianismo.

En concreto, Mauricio fue el comandante de una legión romana de soldados cristianos apostados en África. Por decreto del emperador romano Maximiano, sus tropas de 6.600 hombres fueron enviadas a la Galia, ordenando éste reprimir una rebelión cristiana en el lugar. Mauricio desobedeció la orden. Posteriormente, él y casi todas sus tropas fueron martirizados cuando eligieron morir antes que perseguir a los cristianos, renunciaron a su fe y a los sacrificios a los dioses de los romanos. La ejecución de la Legión Tebana tuvo lugar en Suiza, cerca de Aganaum (que más tarde se convirtió en Saint-Maurice-en-Valais) el 22 de septiembre, por el año 280 ó 300.
En la segunda mitad del siglo IV, el culto a San Mauricio se extendió sobre un amplia área en Suiza, el norte de Italia, Borgoña y a lo largo del Rin. Las principales ciudades de Tours, Angers, Lyon, Chalon-sur-Saone, y Dijon tenían iglesias dedicadas a San Mauricio.

Por la época de la España islámica, la importancia de San Mauricio había alcanzado proporciones inmensas. Carlomagno, nieto de Carlos Martel y el más distinguido representante de la dinastía Carolingia, atribuyó a San Mauricio las virtudes del perfecto guerrero cristiano. En señal de victoria, Carlomagno llevó la Lanza de San Mauricio (una réplica de la lanza sagrada que presuntamente había traspasado el costado de Cristo) ante el ejército franco. Igual que el pueblo en general, que confiaba enérgicamente en San Mauricio para la conciliación, la dinastía Carolingia rezaba a este santo militar por su fuerza para resistir y superar los ataques de las fuerzas enemigas.

En el año 962, Otón I eligió a Mauricio como el patrón del título de arzobispado de Magdeburgo, Alemania. Por el año 1000 la adoración a Mauricio sólo fue igualada por la de San Jorge y la de San Miguel. Después de la segunda mitad del siglo XII, los emperadores eran designados por el Papa frente al altar de San Mauricio, en la catedral de San Pedro en Roma.

En Halle, Alemania, en 1184 fue fundado y dedicado a San Mauricio un monasterio con una escuela unida al mismo. En 1240, una espléndida estatua Africoide de San Mauricio se colocó en la majestuosa catedral de Magdeburgo, la primera catedral gótica construida en suelo alemán. De hecho, yo mismo pude visitar esta catedral y fotografiar la estatua en 2010.

Las características faciales de la estatua son descritas por el historiador Gude Suckale-Redlefsen en su obra clásica, El Negro San Mauricio, como sigue: «La relativamente pequeña abertura en la ajustada cofia de malla fue suficiente para el escultor de Magdeburgo para crear una caracterización convincente de San Mauricio como un Africano. Las proporciones faciales muestran alteraciones típicas en comparación con la fisonomía Europea. Los anchos contornos redondeados de la nariz son perfectamente reconocibles aunque la punta se haya roto.

Los rasgos africanos son enfatizados por los restos que se han conservado de la antigua policromía. La piel es de color negro azulado, los labios son rojos, y las pupilas oscuras, se destacan claramente en contraste con el blanco de los globos oculares. La cota de malla de oro de la cofia sirve, a su vez, para formar un fuerte contraste con la cara oscura».

Un centro de extrema devoción a San Mauricio se expandió en los Estados Bálticos, donde los comerciantes en Tallin y Riga adoptaron su iconografía. La Casa de las Cabezas Negras de Riga, por ejemplo, poseía una estatuilla de madera policromada de San Mauricio. Su sello llevaba la imagen distintiva de la cabeza de un Moro.

En 1479, Ernesto construyó varios castillos, a uno de los cuales le dio el nombre de San Mauricio – el Moritzburg. Bajo una pancarta estampada con la imagen de un Negro San Mauricio, los líderes políticos y religiosos del Santo Imperio Romano se enfrentaron a los Eslavos. El culto de San Mauricio alcanzó sus cotas más lujosas bajo el Cardenal Alberto de Brandeburgo (1490-1545), quien estableció una peregrinación en Halle en honor al Santo Negro.

Desde principios del siglo XVI, y actualmente en el Museo Metropolitano de Arte, cuelga una magnífica pintura de Lucas Granach, del viejo San Mauricio, resplandeciente como un caballero de brillante armadura. En la Alta Pinakothek de Múnich cuelga la pintura de Matthias Grunewald de San Mauricio y San Erasmo en el cielo. Grunewald fue el más grande pintor del Renacimiento Alemán. Y en la Gemäldegalerie de Berlín está la pintura de Hans Baldung Grien de San Mauricio bajo la bandera del águila imperial alemana, a un lado, un cuadro de la Adoración de los Reyes Magos (con un rey Negro, el más joven de los tres Reyes Magos) en el centro, y San Jorge y el dragón en el lado opuesto. Personalmente he visto y fotografiado estos cuatro magníficos objetos de arte.
Entre los años 1523 y 1540 gente de todo el imperio viajaron a Halle para adorar las reliquias de San Mauricio. Se han catalogado que existen cerca de 300 grandes imágenes del Negro San Mauricio e incluso todavía hoy la veneración a San Mauricio permanece viva en numerosas catedrales del este de Alemania.

El Rey Negro en el arte del Renacimiento Europeo

Uno de los aspectos más fascinantes de la presencia africana en Europa es la amplia colección de imágenes del Rey/Mago Negro en el arte europeo. Aunque a veces identificado como un Moro, que no Musulmán. Estas pinturas adornan las galerías y museos de toda Europa y Estados Unidos. Estas son maravillosas imágenes del sabio y distinguido Rey Africano que siguió a una estrella y fue a rendir homenaje y ofrecer ricos tesoros al niño Jesús en el pesebre de Belén en tiempos de Herodes, tal y como se describe en el Evangelio de Mateo.
La aparición del rey Negro en el arte europeo surge por el siglo XIV y probablemente antes. Los Moros eran un referente en Europa en ese momento. Por los siglos XV y XVI, se habían hecho miles de pinturas que representaban la Adoración del Rey o Mago Negro.

El Mago Negro era el más joven de los tres reyes y tradicionalmente se decía que provenía de Etiopía. A veces se le llamaba Moro y él es, curiosamente, el rey que se encuentra más alejado del niño Jesús. Su nombre es Baltasar y su presente para el niño Jesús es el regalo de la mirra.
A veces y particularmente en el mundo holandés, a otro de los reyes se identifica como Negro. Este es Gaspar, identificado como un rey de Asia y también se le acredita el traer como presente unas veces mirra y otras incienso.

Sir Morien: El Caballero Negro de la Mesa Redonda del Rey Arturo

Saint Maurice II

Pocos documentos retratan la etnia de los Moros en la Europa medieval con más pasión, audacia y claridad que en el relato de Morien. Morien es un romance escrito en prosa Inglésa de la versión holandesa medieval del Lancelot.
Morien relata las aventuras de un espléndidamente heroico Caballero Moro (posiblemente cristiano converso) que se supone vivió durante la época del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Morien es descrito como sigue:
«Él era todo negro, como os digo: la cabeza, su cuerpo y sus manos era todo negro, salvo únicamente los dientes. Su escudo y su armadura incluso eran los de un Moro y eran negros como un cuervo».

Inicialmente en el relato, Morien se llamaba simplemente «el Moro». El primero desafía, luego batalla, y finalmente se gana la admiración y el respeto incondicional de Sir Lancelot. Además, Morien es muy franco y elocuente. Sir Gawain, cuya vida fue salvada en el campo de batalla por Sir Morien, se afirma que hubo escuchado con atención y sonreído al discurso del caballero negro.» Cabe señalar que Morien era tan «negro como la brea; como era en su tierra – los Moros son negros como marcas quemadas. Pero de todo lo que los hombres alababan en un caballero, él fue justo a pesar de su naturaleza. Y aunque fuera negro, que era lo peor? «Y de nuevo la descripción: «sus dientes eran blancos como la tiza, por lo demás era totalmente negro».

«Morien, que era negro de cara y extremidades» era un gran guerrero, y se dice que: «Sus golpes eran tan fuertes; si volaba una lanza hacia él para hacerle daño, no le preocupaba ni un ápice, sino que la rompía en dos como si fuera una caña; nada se resistía delante de él. En última instancia, e irónicamente, Morien llegó a personificar todas las mejores virtudes de los caballeros de la Europa medieval.

«Cabe señalar que durante un largo período de tiempo la lengua holandesa utilizó las palabras Moor y Moriaan para designar a los Africanos Negros.»

Entre la comunidad Lorma en la moderna Liberia, el nombre de Moryan sigue siendo distinguido.

La Expulsión de España y la Dispersión de los Moriscos

En la Península Ibérica, las presiones de los cristianos sobre los Moros crecieron irresistiblemente. Finalmente en el año 1492, Granada, el último reducto musulmán importante en al-Andalus, fue tomada por los soldados del rey Fernando y la reina Isabel y los Moros fueron expulsados de España. En 1496, para apaciguar a la reina Isabel, el rey Manuel de Portugal anunció un decreto real desterrando a los Moros de esa parte de la península. El rey español Felipe III expulsó a los Moros que quedaban por un decreto especial emitido en 1609. Un total de 3.500.000 Moros o Moriscos, como se llamaba a sus descendientes, salieron de España entre 1492 y 1610.

Se estima que millones de musulmanes se asentaron en Francia. Otros se trasladaron a Holanda. Una historia muy curiosa en los Países Bajos es la de Zwarte Piet (Pedro el Negro). Según algunas versiones Zwarte Piet, el compañero de Sinterklaas (Santa Claus), era un niño moro huérfano que Sinterklaas adoptó y entrenó como su asistente.
Por el año 1507 hubo numerosos Moros en la corte del rey Jacobo IV de Escocia. Una de ellos se llamaba Helenor en el Tribunal de Cuentas, posiblemente era Ellen More. Había por lo menos otras dos mujeres negras de la corte real que ocuparon cargos de cierto estatus, y se dice que tenían sirvientas que las vestían con trajes muy caros.
En 1596, la reina Isabel, muy afligida por la creciente presencia musulmana en Inglaterra, escribió a los alcaldes de las principales ciudades que:
«Hay en los últimos tiempos diversos blakemores traídos a este reino, con lo que ya son demasiadas este tipo de personas”.

Runoko Rashidi.
Es el autor de “Black Star: The African Presence in Early Europe.”»(Estrella Negra: La Presencia Africana en la Europa Temprana).
Tradduccion: Historiadeafrica.com

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