La ciudad de Loango en el área del Congo / Angola está representa en otro dibujo de mediados del año 1600. Una vez más, una gran ciudad planificada en disposición lineal, que se extiende por varios kilómetros y completamente rodeada de murallas, rebosante de comercio.
El complejo sólo del rey tenía una milla y media de recinto con patios y jardines. Los habitantes de Loango habían utilizado las matemáticas no sólo con fines aritméticos sino también para cálculos astrológicos. Utilizaron matemáticas avanzadas, álgebra lineal.
El hueso de Ishango del Congo es una calculadora de hace unos 25 000 años. «Las llamadas inscripciones del hueso Ishango constan de dos columnas. Tanto los números de la columna izquierda como los de la derecha son todos números impares (9, 11, 13, 17, 19 y 21). Los números de la columna izquierda son todos los números primos comprendidos entre 10 y 20, mientras que los de la columna derecha consisten en 10 + 1, 10 – 1, 20 + 1 y 20 – 1.
Los números de cada una de estas columnas suman 60, y la sumatoria de los números de la columna central es 48. Ambos resultados son múltiplos de 12, lo que vuelve a sugerir la existencia de un entendimiento de la multiplicación y la división. » Fuente: Fundación Ta Neter. Está expuesto a la vista en un museo en Bélgica. – Extracto de «Agenda Áfricana» por PD Lawton.
La bonita ciudad de Loango fue destruída por cazadores de fortunas europeos, pseudo-misioneros y otros tipos de libre filibusteros.
«En el ámbito textil, la telas congoleñas también fueron muy distinguidas. Varios escritores europeos de los siglos XVI y XVII escribieron sobre las delicadas artesanías de los pueblos que vivían al este del Congo y las regiones adyacentes que fabricaron damascos, sarcenets, rasos, tafetán, telas de tissue y terciopelo. El profesor DeGraft-Johnson hizo esta curiosa observación: «Sus brocados, altos y bajos, eran mucho más valiosos que los italianos.»
Sobre la metalurgia congoleña de la Edad Media, un erudito moderno escribió que: «No hay duda sobre la existencia de un experto arte metalúrgico en el antiguo Kongo. . . Los Bakongo eran conscientes de la toxicidad de los vapores de plomo. Idearon métodos preventivos y curativos, tanto farmacológicos (dosis masivas de papaya y aceite de palma) y mecánicos (ejerciendo presión para liberar el tracto digestivo) para combatir el envenenamiento por plomo «.