En el año 1310, el rey Abubakari II, gobernante del Imperio de Malí, uno de los más vastos y poderosos de África occidental, se encontraba en la cúspide de su poder. Su imperio, que abarcaba entre dos y tres millones de kilómetros cuadrados, rivalizaba en extensión y riqueza con los grandes imperios de la historia, como el romano. Sin embargo, a pesar de su inmenso poder y riqueza, Abubakari II no estaba satisfecho. Su mente inquieta lo llevó a soñar con algo más grande: explorar las tierras desconocidas al otro lado del océano Atlántico. Esta es la historia de un rey que desafió los límites de su época y emprendió una de las expediciones más ambiciosas de la historia.
El Imperio de Malí en su apogeo
El Imperio de Malí, fundado por Sundiata Keita en el siglo XIII, era una potencia económica y cultural en el siglo XIV. Controlaba las rutas comerciales transaharianas, lo que le permitía acumular enormes cantidades de oro, sal y otros bienes preciosos. La ciudad de Timbuktú, famosa por su universidad y bibliotecas, era un centro de aprendizaje y cultura. Abubakari II, también conocido como Mansa Abubakari, heredó este imperio y lo gobernó con mano firme, pero su espíritu aventurero lo llevó a buscar nuevos horizontes.
El sueño de cruzar el océano
Abubakari II no estaba interesado en las guerras menores ni en las disputas internas. Cuando sus generales le preguntaron sobre el conflicto con la ciudad de Djenne, que aún resistía su autoridad, el rey respondió con indiferencia: «Dejad Djenne tranquila». Su mente estaba ocupada en algo más grandioso. Inspirado por las historias de sus antepasados y por la curiosidad de explorar lo desconocido, Abubakari II decidió emprender una expedición para cruzar el océano Atlántico.
El rey no estaba motivado por la espiritualidad, como lo estaría su hermano menor, Kankan Moussa, quien más tarde realizaría una famosa peregrinación a La Meca. En cambio, Abubakari II buscaba gloria y conocimiento. Quería descubrir nuevas tierras y expandir su imperio más allá de los límites conocidos. Su obsesión por este proyecto lo llevó a movilizar los recursos de su reino para construir una flota capaz de enfrentar el océano.
La preparación de la expedición
Abubakari II reunió a los mejores ingenieros, constructores navales y marineros de todo su imperio. Incluso trajo expertos del Lago Chad, conocidos por su habilidad para construir barcos similares a los utilizados en el antiguo Egipto. La flota que se construyó era diversa, con barcos de todos los tamaños y diseños, cada uno adaptado para soportar las condiciones del océano.
La expedición estaba compuesta por 200 barcos, cargados con provisiones, oro y regalos para las tierras que esperaban encontrar. Abubakari II dio órdenes estrictas: no debían regresar hasta haber alcanzado tierra firme al otro lado del océano. Con esta instrucción, la flota partió de la costa de Senegambia, adentrándose en lo desconocido.
El regreso del capitán y la segunda expedición
Meses pasaron sin noticias de la flota. Abubakari II, ansioso y desesperado, esperaba algún indicio del destino de sus hombres. Finalmente, un marinero regresó. Era el capitán del último barco de la expedición, quien informó que, después de días en el mar, una poderosa corriente había arrastrado a los barcos hacia el horizonte. Él, presa del miedo, había decidido regresar.
Abubakari II no se desanimó. Convencido de que sus marineros no habían tenido éxito debido a la falta de determinación, decidió liderar personalmente una segunda expedición. Esta vez, la flota estaba compuesta por 2.000 barcos, una empresa colosal que demostraba la determinación del rey. Antes de partir, Abubakari II dejó el gobierno en manos de su hermano, Kankan Moussa, con la instrucción de que fuera coronado si él no regresaba.
El destino de Abubakari II
La segunda expedición partió, y Abubakari II nunca regresó. Su destino sigue siendo un misterio, pero su legado perdura como un símbolo de la audacia y el espíritu explorador de los mandinga. Algunas teorías sugieren que la flota pudo haber llegado a las costas de América, donde los marineros habrían establecido contacto con las civilizaciones indígenas. Aunque esta idea es controvertida, las similitudes culturales entre África y América, como las descritas por Ivan van Sertima en They Came Before Columbus, sugieren que pudo haber habido algún tipo de contacto transatlántico antes de la llegada de Colón.
El legado de Abubakari II
Abubakari II es recordado como un visionario que desafió los límites de su época. Su intento de cruzar el océano Atlántico es un testimonio de la curiosidad y el espíritu explorador que han impulsado a la humanidad a lo largo de la historia. Aunque su expedición no tuvo el éxito que él esperaba, su legado inspira a quienes buscan ir más allá de lo conocido y explorar nuevas fronteras.
Conclusión
La historia de Abubakari II es un recordatorio de que la exploración y la búsqueda de conocimiento son impulsos universales que trascienden culturas y épocas. Su sueño de cruzar el océano y descubrir nuevas tierras es un ejemplo de la audacia y la determinación que han caracterizado a los grandes líderes de la historia. Aunque su destino final sigue siendo un misterio, su legado perdura como un símbolo de la capacidad humana para soñar en grande y desafiar lo imposible.
Referencias
- Van Sertima, Ivan. They Came Before Columbus: The African Presence in Ancient America. Random House, 1976.
- Davidson, Basil. The Lost Cities of Africa. Little, Brown and Company, 1959.
- Diop, Cheikh Anta. The African Origin of Civilization: Myth or Reality. Lawrence Hill Books, 1974.
- Niane, Djibril Tamsir. Sundiata: An Epic of Old Mali. Longman, 1965.
- Levtzion, Nehemia. Ancient Ghana and Mali. Methuen, 1973.
- Conrad, David C. Empires of Medieval West Africa: Ghana, Mali, and Songhay. Facts on File, 2005.
- Shillington, Kevin. History of Africa. Palgrave Macmillan, 2012.
- Fage, J.D. A History of Africa. Routledge, 2001.
- Thornton, John. Africa and Africans in the Making of the Atlantic World, 1400-1800. Cambridge University Press, 1998.
- Gomez, Michael A. Reversing Sail: A History of the African Diaspora. Cambridge University Press, 2005.