Ivan Van Sertima es probablemente el más célebre de los autores que han trabajado sobre la presencia negro africana en la América «Precolombina», gracias a su famosa obra “Ellos vinieron antes que Colón”. En el mundo académico francófono, sobre todo al africanista galo, a esta perspectiva historiográfica no se le permite beneficiarse de, entre otras cosas, desvaríos negrófobos sobre la «política del vientre».
Pathé Diagne ha hecho un área de estudio de predilección [1], a partir de una investigación inicial que tenía por objeto encontrar los rastros evidentes del famoso viaje trasatlántico que habría hecho en 1312 Mansa Bakari II, el predecesor del ilustre Kankou Mansa Musa [2]. También, debemos tener en cuenta que su carrera universitaria de investigador tuvo lugar fuera de las oficinas africanistas francoafricanas; principalmente en los Estados Unidos (Harvard, UCLA, etc.).
De acuerdo con este autor, milenios antes de la llegada de Colón y Bakari II, la antigua America fue poblada por diversas corrientes migraciones africanas negras, junto con otras migraciones posteriores provenientes de Asia, incluso de Europa septentrional: Ta Ra Na o el País » Ta» de “Na”, los adoradores de «Ra». Por lo tanto, la población aborigen encontrada por los conquistadores europeos de finales del siglo XV fue fuertemente compuesta de Negros. En otras palabras, el mundo transatlántico no nació con las deportaciones negrocidas entre los siglos XV y XIX, sino que fue concebida muchos milenios antes por los navegadores negros africanos.
Éstos tomaron dos principales vías marítimas, una encima de la línea ecuatorial en la costa de Mauritania – Senegambiana, y la otra por debajo de los litorales marítimos del Delta de Djoliba y de la Cuenca del Kongo. Pathé Diagne evoca en particular la antropología cultural, la arqueología marítima, agrícola, y especialmente la lingüística para establecer su teoría. Esta fue particularmente reforzada por «el descubrimiento fortuito del emplazamiento de construcción naval Lebu de Wakam, datado según el C14 en año 1500 A.C. [ … ]» [ 3 ] . Así, contrariamente a lo alegado por algunos africanistas de renombre (por ejemplo Raymon Mauny, Yves Person) , no sólo existe una verdadera cultura de oeste-africana Milenaria de la Navegación Marítima, transatlántica, sino que incluso las herramientas, las técnicas y el vocabulario profesional de esta cultura sigue aún viva – y sólo pide ser re movilizada.
A diferencia de trabajos anteriores sobre el mismo tema, el trabajo de Pathé Diagne se apoya fuertemente en la arqueología lingüística , ya que este autor está convencido de que incluso la civilización neolítica se expandió desde el Sahara fértil africano hacia las zonas tropicales de Asia, así como a las de América [ 4 ] ; una civilización transcontinental con una herencia cultural común – llamada «ramakushica» – para distinguirla sobre todo a través de la onomástica de sus cultos y deidades : Ra , Kush , Enn , etc .
Todas las primeras grandes civilizaciones, entre ellas las del Sahara fértil, la de Egipto, la de Mesopotamia sumeria, la del valle del Indo o del Golfo de México nacen en la estela de una cultura meso continental e intercontinental transoceánica. Hoy en día podemos descubrir las relaciones, destacando las características materiales y espirituales, económicas y políticas.[ 5 ]
Si las antiguas ciudades florecientes fundadas por las comunidades negro africanas existían en América en la época de Cristóbal Colón y los conquistadores las » descubrieron», entonces el crimen contra la humanidad negra perpetrado durante las deportaciones transatlánticas no sólo devastaron a las sociedades africanas del Continente-Madre, sino que también exterminó a millones de Negros Nativos Americanos. Esta realidad del «negrocidio Americano» es una de las más tenebrosas del americanismo, que es básicamente otro africanismo de ultramar. Por lo tanto, la historia de las Américas contada por sus colonos europeos – o sus descendientes – es análoga a la historia de África contada por sus colonizadores europeos y sus descendientes: se basa en una ideología eurocéntrica de la «supremacía blanca», que minimiza u oculta paradigmáticamente donde quiera que se encuentre, toda contribución negra (o no blanca) al gesto de las civilizaciones humanas.
El discurso académico occidental de la antigua América, incluso contemporánea, es una gran empresa ideológica de falsificación historiográfica; es por eso que este discurso difiere sistemáticamente de la hipótesis de un asentamiento precolombino por las migraciones africanas, incluso cuando busca todo indicio de migraciones asiáticas o europeas, sin poder dar una razón, sólo por esos flujos migratorios, aunque los hechos de la cultura material (pirámides) o intelectual (escritura) precolombinas y una comparación con África ilumine tanto como un día deslumbrante.
Sin embargo, una de las principales dificultades de la teoría de la Pathé Diagne radica en su interpretación de lo que él llama «la paradoja de Philip Curtin»: éste último habría establecido que el volumen actual de la población americana de ascendencia africana no podía explicarse únicamente por la única evolución demográfica de grupos de cautivos africanos, sino hay que atribuirles un índice de crecimiento natural sin precedentes en la historia de la humanidad. Para Pathé Diagne, la demografía negro americana contemporánea se explica menos por las deportaciones negreras que por una inmigración negro africana antigua mucho más importante de lo que se admite generalmente.
Toutefois, il me semble tout simplement que le « paradoxe de Curtin » s’explique surtout par la sous-estimation extravagante du nombre d’Africains débarqués en Amérique via les déportations transatlantiques[6] ; nombre qu’il évalue à moins de 10 millions. Or, ce chiffre équivaut à peine au volume de « bois d’ébène » trafiqué depuis les seules côtes du Bassin Kongo, et qu’en son temps Dieudonné Rinchon estimait déjà à « 13 millions 250 000[7] ». Au demeurant, la sauvage extermination par les Européens des populations qu’ils ont trouvées en Amérique n’a pas pu épargner d’éventuels autochtones nègres dont les cultures auraient prospéré plus que celles des immigrés involontaires des déportations transatlatiques : la survivance de ces derniers tient davantage à la structure de « flux », très tardivement interrompu ; à la différence du « stock » des autochtones très tôt décimé. De plus, l’édification de l’Etat colonial « euro-américain » a été encore prétexte à d’autres campagnes d’épurations ethniques visant à assurer une prédominance démographique des colons et immigrés blancs.
Sin embargo, parece simplemente que la «paradoja de Curtin » se explica sobre todo por la tremenda subestimación del número de africanos que llegó a América a través de las deportaciones transatlánticas [ 6 ]; número que se estima en al menos 10 millones. No obstante, esta cifra equivale apenas al volumen de » madera de ébano » con elque se traficaba en la costa de la Cuenca del Congo y que en su tiempo ya Dieudonné Rinchon estimaba en » 13 millones 250 000 [ 7 ] .» Por otra parte, el salvaje exterminio por los europeos de las poblaciones que encontraron en América no excluyeron a algunos indígenas negros cuyas culturas habían florecido más que aquellas de los inmigrantes involuntarios de deportaciones transatlánticas: la supervivencia de estos últimos está más relacionada con la estructura de «flujo», más tarde interrumpida; a diferencia de la de » stock» de los autóctonos precozmente exterminados. Además, la constitución del Estado colonial » euroamericano» fue aún el pretexto para otras campañas de limpiezas étnicas para asegurar así un predominio demográfico de los colonos e inmigrantes blancos.
Sin embargo, estas circunstancias no excluyen evidentemente los fenómenos de resistencia o resiliencia que habrían permitido a las culturas negro americanas autóctonas perseverar. Todo desafío de las innovaciones historiográficas de Pathé Diagne consiste precisamente en profundizar en la investigación sobre los conocimientos o destacar tales fenómenos multiplicando los análisis comparativos de las sociedades transatlánticas antiguas y contemporáneas. Se trata de superar ese otro «apartheid epistemológico», introducido por el americanismo eurocéntrista con su tendencia a excluir a las costas africanas del estudio de las civilizaciones atlánticas «Precolombinas». Desde este punto de vista, el trabajo sobre «El Atlántico Negro» (Paul Gilroy) puede hacer un eco lejano a Ta Ra Na, la antigua América tal y como nos la revela Pathé Diagne.
http://www.afrocentricite.com/2010/07/ta-ra-na-lamerique-antique-est-une-ethiopie/
[1] Pathé Diagne, Tarana ou l’Amérique précolombienne – un continent africain, éd. L’Harmattan, 2010
[2] Pathé Diagne, Bakari II, 1312, Christophe Colomb, 1492, à la rencontre de l’Amérique, éd. Sankore, Dakar, 1992.
[3] Pathé Diagne, op cit. p.55
[4] Pathé Diagne, La Révolution Ramakushi ou l’archéologie linguistique et culturelle de la préhistoire spirituelle et intellectuelle de l’Humanité, éd. Sankore, Dakar, 2006.
[5] Pathé Diagne, 2010, p.30
[6] Klah Popo, Histoire des « traites négrières » – Critique afrocentrée d’une négrophobie académique, chp IX, éd. Anibwe, 2010.
[7] P. Dieudonné Rinchon, La traite et l’esclavage des Congolais par les Européens – Histoire de la déportation de 13 millions 250 000 Noirs en Amérique, éd. J. De Meester et Fils, 1929.