Colombia: Los ejercitos de la independencia: fueron conformados por hombres afrodescendientes

La participación de los negros en la guerra de Independencia fue decisiva a pesar de su anonimato en la historiografía oficial. En uno y otro bando combatieron por su libertad: «De 1811 a 1814 los negros serán realistas y de 1815 en adelante serán  patriotas».

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Los esclavos fueron en un principio realistas, ya que fueron los españoles los primeros en reconocer su potencialidad militar y los primeros en ofrecerles la libertad a cambio de su servicio en el ejército y porque en las filas patriotas estaban sus enemigos, los esclavistas.

Cuatro días antes de iniciarse la batalla de Palacé, el gobernador Tacón y el Cabildo de Popayán ofrecieron la libertad a los esclavos que ingresasen en sus tropas. Anteriormente se habían ganado el apoyo de los negros libres del Patía que veían en las fuerzas de las ciudades confederadas un ejército de los esclavistas del Norte y, en consecuencia, una amenaza para su libertad. Desde entonces, además de hacer parte de las fuerzas regulares del ejército realista, se conformaron las famosas guerrillas del Patía que hasta último momento mantuvieron en jaque a las fuerzas patriotas y sólo en 1822, por intermedio de Obando, pasaron a hacer causa común con las fuerzas republicanas.

Otro tanto hicieron las autoridades realistas de Santa Marta, Venezuela y Perú. La participación de los negros y mulatos en la reconquista española era considerable; particularmente con Sámano en el sur de la Nueva Granada y con Tomás Boves en Venezuela.

Bolívar, que ante la Reconquista Española había buscado refugio en Jamaica, se trasladó a Haití, primera República Negra de América y el mundo, logrando un buen acuerdo en 1816 con su presidente Alejandro Petión: éste se comprometió a entregar varios miles de mosquetes, pólvora, pedernal, una imprenta y provisiones y Bolívar asumió el compromiso de abolir la esclavitud.

La propuesta de Bolívar era la de que si los negros deseaban sinceramente la libertad debían estar dispuestos a luchar y morir por ella. Todos los hombres negros entre los catorce y los sesenta años fueron llamados a escoger entre luchar por la libertad o permanecer en la esclavitud, incluso amenazando a aquellos ya libres, con perder este derecho si no se alistaban en el ejército patriota.

En un decreto de 1816, afirmaba  Bolívar refiriéndose a los negros “El nuevo ciudadano que rehuse tomar las armas para cumplir con el sagrado deber de defender su libertad quedará sujeto a servidumbre, como también sus hijos menores de catorce años, su mujer y sus padres ancianos”…

Bolívar veía en la libertad de los esclavos, tanto un bien en sí mismo como una arma política contra el enemigo, pero veía también en el servicio armado una oportunidad para disminuir a la poblacion esclava[2]. El levantamiento violento de los esclavos en Haití era un fantasma que atemorizaba a los blancos criollos.

El reclutamiento de esclavos para el ejército patriota fue la política más decidida de Bolívar contra la esclavitud, política que encontraba cada vez mayor rechazo entre la aristocracia  esclavista y que como se verá más adelante, hallaba eco en el gobierno de Santander. A los esclavistas no les satisfacían los bonos de deuda pública que recibían como compensación por los esclavos reclutados en el ejército.

La abolición de la esclavitud no era deseable para la élite criolla que terminó apropiándose del proceso contra la dominación española. Si bien querían la independencia como funcional a sus intereses, se oponían a la libertad de los esclavos en la medida que ésta les perjudicaba.

El 15 de febrero de 1819 se reunió el Congreso de Angostura convocado por Bolívar, el cual tenía entre sus funciones confirmar legalmente las medidas de guerra tomadas por éste, entre ellas la de la libertad para los hijos de los esclavos después de los diez y ocho años.  Después de diez meses de deliberaciones sobre la esclavitud sólo se logró, a través del Decreto del 11 de enero de 1820, la declaracion formal del principio según el cual, ningún hombre podía ser propiedad de otro, también la proscripción del comercio de esclavos y, lo que es clave, decidió el carácter gradual de la emancipación de la esclavitud con el único pretexto de que «es necesario hacer de ellos hombres, antes que ciudadanos».  Este mismo decreto estableció posponer su cumplimiento hasta tanto el próximo congreso hubiese aprobado las leyes que permitieran ponerlo en vigencia.

Entre tanto Bolívar ordenó el reclutamiento de 5.000 esclavos de las regiones occidentales para continuar la Campaña Libertadora del Sur. Dos cartas cruzadas entre Santander y Bolívar son muy ilustrativas de las posiciones que sobre la libertad de los esclavos se tenía al momento:

Escribía Bolívar a Santander, explicando la orden de reclutamiento de esclavos en el ejército: “las razones militares que he tenido para ordenar la leva de esclavos son obvias. Necesitamos de hombres robustos y fuertes acostumbrados a la inclemencia y a las fatigas, de hombres que abracen la causa y la carrera con entusiasmo, de hombres que vean identificada su causa con la causa pública y en quienes el valor de su muerte sea poco menos que el de su vida” (Carta de Bolívar a Santander, abril/1820, citada por Bierck).

Las razones políticas eran aún más poderosas. Se había declarado la libertad de los esclavos de derecho y aun de hecho…»Todo gobierno libre que comete el absurdo de mantener la esclavitud es castigado por la rebelión y algunas veces por el exterminio como en Haití». «La avaricia de los colonos (en Haití) hizo la revolución porque la República francesa decretó la libertad y ellos la rehusaron» (Carta de Bolívar a Santander mayo/1820, Idem).

Para los criollos más lucidos el temor a un levantamiento negro contra la esclavitud era una razón más poderosa que la libertad misma para promover la emancipación de los esclavos.

Otros sectores, con Santander a la cabeza, pensaban diferente con relación a este tema, como se desprende de la siguiente carta de Santander a Bolívar sobre el reclutamiento de tres mil esclavos de los cinco mil solicitados por Bolívar: «Tres mil hombres que valen $300.000 pesos oro es otro caudal de que se priva a los amos;  tres mil hombres cuyo destino es sacar oro, son otros tantos brazos que no se emplearán más».

El 21 de julio de 1821 fue aprobada por el Congreso de Cúcuta la Ley de Manumisión de los Esclavos, llamada también de libertad de vientres: se confirmó la liberación gradual de los esclavos definida por el Congreso de Angostura «para no poner en peligro la paz de la nación y los derechos de los propietarios», se sostuvo. La ley ordenaba la liberación gradual  de todos los esclavos y los nacidos a partir de esa fecha, una vez cumplidos los diez y ocho años. Se ordenó el establecimiento de un impuesto sobre las herencias para la formación de un fondo de manumisión destinado a la indemnización de los propietarios de esclavos por la liberación de los mismos y la creación de juntas de manumisión, encargadas de la ejecución de la ley  y del fondo de manumisión en los diferentes lugares.

La incapacidad de los esclavos para asumir su libertad a causa de su ignorancia y degradación moral con consecuencias graves para la paz pública y el atropello que se cometía a la propiedad privada con el despojo a los esclavistas, fueron los argumentos que se impusieron para aprobar una ley formal e inoperante. El Congreso de Cúcuta, favorable a los intereses esclavistas, optó por el camino de la lenta y cruenta descomposición del sistema esclavista.

Ha sido costumbre de nuestras clases dominantes que cuando quieren burlar las aspiraciones populares expiden leyes con las cuales responden a éstas aparentemente, para convencer a los incautos de su buena fe. Esto ha sido heredado de los españoles y explica, en parte, nuestra condición de país de leyes.

Como era de esperarse, las precarias disposiciones del Congreso de Cúcuta sobre la manumisión de los esclavos no tuvieron ninguna aplicación: las juntas de manumisión no se constituían y si se hacía, no funcionaban; el impuesto sobre las herencias para el fondo de manumisión no se cobraba, ni se pagaba y los esclavos jóvenes y recién nacidos dejaron de cumplir años, ni siquiera eran registrados sus nacimientos.

«Desde el año 1821 hasta 1831, no he asentado en los libros parroquiales de Micay una sola partida en que conste el nacimiento de alguno de estos jóvenes; en los de Timbiquí se nota igual falta en los años 1822 – 1828 – 1830 – 1832 – 1836 – 1837», decía el Jefe Político del Cantón de Micay [3].

La situación social se deterioró y se alteró el orden público en las zonas esclavistas. Los negros, burlados es sus aspiraciones de libertad, traicionados en los compromisos adquiridos, realizaron revueltas aisladas en 1824, 1825, 1826 y 1827. Incluso el fracasado movimiento del Almirante Padilla fue concebido como parte de este proceso de rebelión. Finalizada la guerra de Independencia, los negros fueron licenciados del ejército por orden de Santander, en 1826.

En 1839, el concierto forzoso de los manumisos que el Congreso de Cúcuta había establecido hasta los diez y ocho años se amplió hasta los veinticinco.

En junio de 1839, con el levantamiento del padre Villota en Pasto, se inició la Guerra de los Supremos.

La Guerra de los Supremos tenía como razón aparente motivos religiosos – la supresión de unos conventos en Pasto -, pero en realidad fue un movimiento de la provincia contra el centralismo bogotano. José María Herrán y Tomás Cipriano de Mosquera utilizaron esta guerra para promover sus intereses políticos. Obando fue prácticamente obligado a sublevarse. En el contexto de la Guerra de los Supremos los esclavos y los negros libres bajo el mando de Jose Maria Obando encontraron las condiciones propicias para desarrollar la fuerza necesaria y enfrentar a los terratenientes esclavistas, particularmente en el Norte del  Cauca.

Obando decretó que todos los esclavos que se uniesen a sus fuerzas serían liberados y sus propietarios compensados con los fondos de manumisión, por lo cual muchos de ellos se unieron a su ejército, mientras otros aprovecharon el desorden para escapar de minas y haciendas.

Toda la frustración acumulada con la ley de manumisión se desbordó: la militancia en las tropas de Obando y las guerrillas de los negros que se habían fugado de las haciendas aprovechando el caos político reforzaron las tradicionales fuerzas de resistencia del cimarronaje, las que adquirieron tal fuerza que a partir de esta época, a pesar de los esfuerzos militares de los hacendados y del gobierno, no pudieron ser controladas sino después de la guerra de los Mil Días y dominada la ultima guerrilla negra para 1919.

La Guerra de los Supremos contribuyó a ampliar más aún la descomposición del sistema esclavista en el Cauca y a una mayor polarización entre esclavistas y esclavos, enfrentándolos en una lucha militar abierta en el Norte del Cauca. Desde ese momento el mayor problema de orden público del Cauca se localizó en esta región, especialmente durante toda la segunda mitad del siglo XIX y por los menos la primera década del siglo XX,  lapso de tiempo coincidente con la formación del campesinado negro, el cual siempre contó con apoyo armado en su lucha por la tierra.

Fuente: Semana, 12 de abril 2012   Via: programaacua.org

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