Juan Garrido, el negro africano que participó en la conquista de México y fue nombrado Dios por los aztecas

Un negro portando armas y al servicio de la expansión territorial de la corona española. ¿En pleno siglo XVI? Sí, por sorprendente que pueda parecer, Juan Garrido, también conocido como Juan el Guapo, viajó por medio mundo junto a  exploradores y conquistadores como Diego de Velázquez, Ponce de León o el mismísimo Hernán Cortés, con el que participó  en la conquista de México.

Tomado como un dios por los aztecas, fue portero, vigilante y pregonero en México y la primera persona en cultivar trigo en América. ¿Esclavo o príncipe africano? Hoy os contamos la historia de este personaje de origen desconocido y vida de leyenda.

El origen de Juan Garrido

Nuestro protagonista nació (no como Juan ni como Garrido, claro ) en 1487 en algún lugar de la  costa occidental africana y viajó a Portugal muy joven. Su situación de liberto es todavía un misterio. El historiador Ricardo Alegría   creía de que el padre de Garrido era un rey tribal que lo envió a la capital lusa para que adquiriese una educación portuguesa y cristiana y pudiese servir de enlace comercial en el futuro. Otros historiadores opinan que en realidad se trataba de un esclavo liberto, dada la coincidencia de su apellido con uno de los tripulantes españoles en su primer viaje a América, Pedro Garrido, que podría haber sido su dueño.

Junto a éste, había zarpado desde Sevilla en 1503, uniéndose a una expedición a La Española, donde pasó seis años. Participó en la conquista de Cuba al servicio de Diego de Velázquez  y en la de Puerto Rico, además de en el descubrimiento de la Florida junto a Ponce de León. En esta última  ocasión, sin las fuerzas necesarias para conquistar la península, los expedicionarios volvieron a su base de operaciones. Garrido, que no se perdía una, llegó a tiempo para participar en la represión del levantamiento de los indios caribes. En total, el aventurero africano pasó trece años al servicio de de León, explorador y conquistador vallisoletano famoso por su hipotética búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud y que moriría herido por una flecha envenenada en su segundo viaje a la Florida.

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En la Conquista de México

Aburrido, el también llamado José El Guapo recibió interesantes noticias sobre el extremeño Hernán Cortés, al que conocía de la conquista de Cuba . Este preparaba una expedición en busca de oro que les llevaría a conquistar una ciudad de nombre impronunciable: Tenochtitlan. Eran tantas las riquezas que se esperaban conseguir que no se lo pensó demasiado y el 18 de noviembre de 1518, partía embarcado a las órdenes del conquistador metelinense.

Casi un año después, el 8 de noviembre de 1519, entraban los españoles en la capital del Imperio Mexica. Los aztecas sin duda quedaron impresionados ante la visión de Garrido, con su piel negra, con lo que, entre los dioses blancos recién llegados, fue considerado un dios oscuro, como el local Tezcatlipoca, dueño de las batallas y temido por que se le relacionaba con las Fuerzas del Mal y la Destrucción.

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La Noche Triste

A pesar de la conquista inicial, los dueños de aquel imperio se levantaron un día en armas contra los hombres barbudos a los que habían confundido como enviados de Quetzacoatl, la serpiente emplumada. A base de flechas, piedras y afilados cuchillos de obsidiana causaron una escabechina entre los invasores de tez pálida. Los españoles huyeron de forma caótica bajo una fuerte lluvia en lo que recuerda como la Noche Triste, entre el 30 junio el 1 de julio de 1520. Según leemos en Ecce Christianus, Garrido logró salvar la vida mientras muchos de sus compañeros la perdían.

Tras el contraataque y la caída definitiva de la metrópolis azteca, nuestro protagonista enterró, en tierras que le concedió Hernán Cortés, los cuerpos de algunos de los españoles muertos, levantando allí una pequeña capilla de adobe. El conquistador extremeño, con el fin de recordar a los españoles caídos en la batalla, ordenó más tarde construir en el lugar una hermita, conocida como la de los Mártires. Hoy se alza sobre ella el Templo de San Hipólito y Casiano.

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El primero en plantar trigo

Garrido adquirió algunos indios y esclavos africanos y se convirtió en la primera persona en cultivar trigo en América. Según leemos en 1493 : una nueva historia del mundo después de Colón (Charles C. Mann), Cortés se encontró tres granos de trigo en un saco de arroz llegado desde España. Se los entregó a su querido Garrido y le encargó que los plantase. Prosperaron dos de ellos y al poco tiempo el negro Juán cultivaba el cereal con éxito y producía harina con él.  Y es que muchos españoles desconfiaban del maíz, otros soñaban con beber cerveza y, sobre todo, la iglesia lo necesitaba para garantizar una correcta liturgia. Garrido se forró. Tenía 37 años.

En 1525 se le concedió un inmueble en la nueva Ciudad de México, donde trabajó de portero, pregonero (un puesto en el que también cumplía las funciones de verdugo, gaitero y responsable del correcto peso del oro y la plata) y de vigilante del acueducto de Chapultepec, que surtía de agua a la ciudad. Podía haber tenido una vida de lo más tranquila, pero a aquel hombre que había vivido en tres continentes distintos era culo de mal asiento.  En 1528 volvió a las andadas, esta vez al mando de una expedición para explotar las minas de oro de Zacatula (en el estado actual de Guerrero). Esta vez la suerte no le sonrió y volvió a su hacienda con las manos vacías.

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El final de Juan Garrido

Lastrado por las deudas, aceptó en 1533 unirse a una nueva correría de la mano de Cortés, que le había hablado de una isla llena de oro, perlas y mujeres zaínas. Pidió un préstamo para costearse la gesta y se acabó pasando dos años vagando por la estéril península de Baja California. Durante el árido deambular, solo encontraron aldeas míseras y diezmadas por epidemias. Volvió a su hogar en 1535, arruinado. Decidió solicitar una pensión a la Corona Española.

Casado con Francisca Ramírez (de la casa del conquistador Rodrigo Rangel) y con tres hijos, alrededor de 1550, a los 67 años de edad y en la más absoluta pobreza, los ojos del príncipe africano se cerraron para siempre.

¡Pero habían visto tanto!

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Son información de Blackpast.org, Accioncultural.es,  Ecce Christianus 1493 : una nueva historia del mundo después de Colón.

VIA | http://blogs.publico.es/strambotic/2017/01/juan-garrido/

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