En el Fondo de Esclavos del Archivo Nacional de Historia de Quito, en uno de sus expedientes, se recoge el juicio que María Chiquinquirá Díaz plantea a su amo, reclamando su libertad.
El desarrollo del juicio abarca poco más de cuatro años y, debido a un sin número de declaraciones de testigos de parte y parte, se descubre la historia de tres generaciones de esclavas. El proceso que la esclava inicia, contiene una serie de discursos elaborados por los defensores para demostrar la veracidad de argumentos, a favor y en contra de la libertad de la esclava.
Presentamos algunos datos biográficos de María Chiquinquirá, nacida en Baba, provincia del Guayas, como símbolo de la resistencia de la Mujer Negra.
María Chiquinquirá Díaz existió y vivió en el siglo XVIII en el puerto colonial de Guayaquil. Mulata o zamba, como dice Cháves, fue esclava hija de esclava; se casó con un hombre libre, de profesión sastre; y tuvo una hija. Fue por esa hija, para que no corriera su misma suerte, por quien María Chiquinquirá Díaz, al amparo de la propia legislación de ese entonces, decidió entablar una acción judicial contra su amo y reclamar, para sí, esto es para ella misma, la condición de ser libre.
Su existencia y parte de su vida están contenidas, precisamente, en ese expediente judicial que sirve a Cháves de material para recrear, hasta donde fue posible, la historia de María Chiquinquirá como esclava primero y posteriormente como liberta, y para recrear las costumbres, los valores y las consideraciones político-legales sobre las cuales se edificaba la sociedad de ese entonces. Pero, sobre todo, ese expediente judicial, es decir ese juicio o proceso, le sirve a la investigadora, para, a través de la lectura de los escritos legales, del texto de las leyes que invocan unos y otros, de lo que dicen quienes actúan como testigos, de lo que afirma el amo, de lo que asevera la esclava y de los tejes y manejes de las oficinas judiciales, intentar descubrir sobre qué bases ideológicas se construían los patrones de lo que en esos días era ser amo y era ser esclavo.
Uno de los más interesantes descubrimientos que la investigación pone de relieve es el hecho de que el mismo aparato judicial, con sus contradicciones, lentitudes y corrupciones, y la misma palabra de la ley, con sus ambigüedades, silencios y contradicciones, son los que facilitan que María Chiquinquirá Díaz y su hija puedan vivir el resto de sus días como libertas. María Chiquinquirá muere sin que se haya dictado sentencia alguna a su favor o en su contra; es más, según los datos, el expediente terminó perdiéndose en los confines de la administración de justicia. Pero es precisamente esa «irregularidad» la que le permite gozar eternamente de una resolución que, provisionalmente y mientras durara el juicio, le concede los derechos de la libertad.
Fuentes: http://afros.wordpress.com