María Remedios del Valle, conocida como «La Capitana» y posteriormente como «La Madre de la Patria», fue una heroína afrodescendiente que desempeñó un papel crucial en las guerras de la Independencia de Argentina. Su vida estuvo marcada por la valentía, la entrega y el sacrificio, tanto en el campo de batalla como en los momentos de adversidad. A pesar de las penurias, su legado como símbolo de resistencia y patriotismo ha perdurado en la historia argentina.
Primeros Años y Participación en las Invasiones Inglesas
Nacida en Buenos Aires durante el Virreinato del Río de la Plata, María Remedios del Valle era descendiente de africanos esclavizados y se identificaba como parda, según el sistema de castas de la época. Su primera participación en un conflicto armado fue durante la Segunda Invasión Inglesa al Río de la Plata (1806-1807). En esa ocasión, auxilió al Tercio de Andaluces, un cuerpo de milicianos que defendió con éxito la ciudad de Buenos Aires. Su labor incluyó transportar mochilas y provisiones, lo que contribuyó a aliviar a las tropas en su avance hacia los Corrales de Miserere.
Compromiso con la Revolución de Mayo
Tras la Revolución de Mayo de 1810, María Remedios del Valle se unió al Ejército del Norte como auxiliar, acompañada de su esposo y sus dos hijos. A lo largo de la campaña, su familia fue víctima de la guerra, quedando ella sola para continuar sirviendo a la causa revolucionaria. En vísperas de la decisiva batalla de Tucumán, Del Valle solicitó al general Manuel Belgrano permiso para asistir a los heridos en el frente de combate. Aunque inicialmente reacio, Belgrano aceptó su solicitud tras comprobar su dedicación y coraje. Este fue el comienzo de su reconocimiento como «La Madre de la Patria».
Heroísmo en el Frente y Reconocimiento
María Remedios del Valle participó en varias batallas importantes, incluyendo la de Tucumán y Salta, donde su valentía y entrega fueron notables. Sin embargo, también vivió la derrota en Vilcapugio y Ayohúma. En esta última batalla fue capturada, herida y sometida a nueve días de azotes públicos por ayudar a prisioneros patriotas a escapar. Estas torturas dejaron cicatrices permanentes en su cuerpo, pero no quebraron su espíritu.
Escapó del cautiverio y regresó al ejército, continuando su labor bajo el mando de figuras destacadas como Martín Miguel de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales. Su entrega fue recompensada con el rango de capitana otorgado por Belgrano.
El Olvido y la Mendicidad
Tras la independencia, y con una Argentina en reconstrucción, María Remedios del Valle regresó a Buenos Aires, donde se encontró en una situación de extrema pobreza. Vivió en un humilde rancho y sobrevivió vendiendo pasteles y tortas fritas, o pidiendo limosna en los atrios de las iglesias. A menudo contaba su historia de heroísmo, mostrando las cicatrices de sus brazos, pero la sociedad la consideraba una mujer senil o delirante.
Reconocimiento y Pensión
En 1827, mientras mendigaba en la plaza de la Recova, fue reconocida por el general Juan José Viamonte, quien recordó su contribución durante las campañas en el Alto Perú. Viamonte presentó un proyecto ante la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires para otorgarle una pensión por sus servicios. Tras un arduo debate, se le concedió un sueldo de 30 pesos mensuales, equivalente al de un capitán de infantería.
Sin embargo, esta cantidad era insuficiente para vivir dignamente. En 1835, el gobernador Juan Manuel de Rosas aumentó significativamente su pensión y la nombró sargento mayor del Ejército. Este gesto le permitió pasar sus últimos años con mayor tranquilidad económica.
Fallecimiento y Legado
María Remedios del Valle falleció el 8 de noviembre de 1847. En su honor, recibió el título de «Madre de la Patria», un reconocimiento tardío pero merecido a su valentía y dedicación. Su vida es un testimonio de lucha no solo por la independencia de su nación, sino también contra las barreras sociales y raciales de su tiempo.
Importancia Histórica y Actual
El legado de María Remedios del Valle trasciende su papel en la guerra. Es un símbolo de la contribución afrodescendiente a la construcción de la nación argentina, un aspecto frecuentemente invisibilizado en la narrativa histórica. En los últimos años, su figura ha ganado mayor relevancia, y su historia se ha incorporado al imaginario colectivo como ejemplo de resistencia y amor por la patria.
Referencias
- Ibarguren, Carlos. Historia de la Independencia Argentina.
- Saavedra, Ricardo. Heroínas de la Patria.
- Archivo General de la Nación Argentina. Documentos sobre la Guerra de la Independencia.
- Del Carril, Eduardo. Memorias de la Revolución de Mayo.
- Diario de Sesiones de la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires (1827-1835).